Aquella tarde fría de junio, algo poco normal pues ya era verano, una terrible tormenta se avecinó.
Cristie no podía mirar a los ojos a Jake, puesto que éste sufría peligro de fundición, pero entre besos, besos y más besos, las miradas se cruzaban.
Esos gélidos labios, no eran nada fríos en comparación con los de Gisele. Literalmente, es una persona fría. Muy fría. Sobre todo, cuando no consigue lo que quiere. Y ver a Jake en manos de Cristie, no es que la hiciera mucha gracia.
Cristie, tras darse cuenta de lo que le pasa a su amiga, interrumpió esa jornada de mimos.
-Gis, ¿quieres un chocolate? Si quieres te invito, había pensado ir ahora al Café de los Guardianes.
-Bueno, tenía pens….-No pudo terminar la frase cuando Jake interrumpió.
-Hey, ¡yo sí quiero!
-NO QUIERO, GRACIAS.-Respondió Gisele, alzando la voz para ser oída.
Cristie se dio cuenta de lo que dijo Gisele, y por qué. Ésta última, se levantó de la silla, y se fue mirando al horizonte, con la mirada perdida, hacia al Café de los Guardianes, a pesar de haber dicho que no quería ir.
Ese era su refugio, su más preciado refugio. Nadie la podía molestar, aunque estuviera abarrotado de gente, ella se evadía del mundo, porque ese café, escondía algo…
Cristie decidió salir al Café, sin saber que se iba a encontrar allí a Gisele, pero fue pisar el felpudo de la puerta, y se desmayó. Reaccionó a los pocos minutos, pero, nunca la había pasado. Era extraño.
En vez de partir viaje hacia el Café, fueron hacia la consulta del Dr. Billiemore, al que no veían desde hacía unos cincuenta años, teniendo en cuenta que ellos tienen casi mil.
